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Irse o quedarse

Yo también construí mi hogar en nido extraño y también obedezco a la persistencia de la vida. Mi vida me quiere escritor y entonces escribo. No es una elección: es una íntima orden de batalla.

Irse o quedarse

No digáis que partiré mañana,
pues aún estoy llegando.
Mirad profundamente; estoy llegando a cada instante,
para ser brote de primavera en una rama,
para ser pajarillo de alas aún frágiles,
que aprendo a cantar en mi nuevo nido,
para ser mariposa en el corazón de una flor,
para ser joya oculta en una piedra.
Aún estoy llegando para reír y para llorar,
para temer y para esperar.
El ritmo de mi corazón es el nacimiento y la muerte
de todo lo que vive.

(…)

Thich Nhat Hangh

Por mucho tiempo quise irme. Morir. Tenía una cantidad de argumentos y recursos trascendentales muy sofisticados. Superar el ego, eliminar los impulsos del cuerpo, trascender el mundo. Rechazaba esta residencia en la Tierra, me desesperaba el tedio de despertarme cada día con ese tremendo dolor atravesándome el plexo. Sufría el no poder estar en paz con el hecho de pertenecer a este mundo. Busqué purificarme a través del ayuno y la dieta, siendo vegetariano, rezando, meditando. Durante años me encerré en un Ashram para la práctica espiritual, utilizando todo lo que me pudiera servir para disociarme del mundo. Pero desconectarse de la Tierra es desconectarse del alma humana, y mi sufrimiento no hizo más que incrementar. Al realizar el proceso de vivir de luz, estando 3 meses sin comer nada, observé con claridad meridiana como la idea de una progresión espiritual, sin vivir y respetar las etapas consecutivas de la evolución de la conciencia, era una negación y una evasión de mi propia realidad. Esta falta de respeto a uno mismo es sólo obvia cuando uno está en contacto con su propio corazón. Puedo ver como detrás de todas estas prácticas, está la idea de que hay cosas que son pecaminosas y otras santas. Esta idea de querer ser merecedores de Dios, nos empuja a sentirnos culpables de nuestra naturaleza humana. En la creencia que hay que ir a Dios, negamos la experiencia de Dios en nosotros. Viviendo lo que estamos viviendo. Sintiendo lo que estemos sintiendo. ¿Pero no es Dios lo que vive en la esencia de todos los seres incondicionalmente? ¿Hay necesidad de alguna condición externa para experimentar la universalidad de nuestra esencia?

En cada meditación, sin darme cuenta, mi fantasía era no regresar aquí. Elevarme tan alto tan alto, que me desvaneciera en el Cielo. Desprenderme de la condición humana, liberarme de la experiencia corporal. Fundirme en Dios. Si cierras los ojos y meditas por un momento lo podrás sentir: si tu tendencia al meditar es una conciencia que te devuelve aquí más consciente, con mayor plenitud y alegría por todo lo que eres, con lo benigno y lo doloroso, con mayor disponibilidad para abrazar tu imperfección. O por lo contrario, una sensación de abstracción, que te impele a desaparecer progresivamente de tu experiencia sensorial, negando tu corporalidad, con la pretensión de ser exclusivamente espiritual. Esta experiencia te deja desarraigado, abstraído. Desconfía de este ensimismamiento:  una sensación clara de menor presencia corporal implica un alejamiento de la vida. Esta última percepción, es sin duda, una espiritualidad falsa que oculta el deseo de morir. Un movimiento hacia la muerte que te lleva hacia el Cielo, un movimiento hacia la Vida que te trae a la Tierra.

Muchas veces la pretensión de una ecuanimidad constante, de querer ser siempre buenos, de desear expresar sólo nuestras virtudes o nuestra bondad, también esconde este movimiento desarraigado de nuestra naturaleza humana. Negamos la vida al huir de la profundidad emocional, con todos sus contrastes. Todo lo que no es una sencilla aceptación de nuestra experiencia terrenal, es una atracción inconsciente hacia la muerte. Querer dejar de ser humano, sin embargo, es muy humano.

En última instancia la muerte se expresa de muchas maneras en nosotros, con la enfermedad, mediante un dolor emocional excesivo o desbordante, con el sufrimiento, con un duelo extenso e inacabable. Con fracasos reiterados en las cuestiones vitales sin razón aparente. Cuando uno está conectado a la vida, la evolución y el progreso son inevitables, más allá de las circunstancias.

Hay que regresar. Traerlo todo aquí. Al cuerpo. A la Tierra. Meter el mar en los riñones, el sol en el hígado, la tierra en la frente. La frente en el cielo. Dejar de escaparse a otros mundos ideales. Toda la vida está aquí en la Tierra. Y si no sientes tu plenitud aquí, un mundo mejor tampoco te hará más feliz.

10

Comer significa «me quedo». Hacer ayuno significa «me voy». Algunas personas comen más de lo que necesitan porque tienen miedo de tener que irse. Entonces cuando quieren comer más, internamente se dicen: «Me quedo». De esa forma quizás comen sólo lo que necesitan.
A veces el exceso en las comidas es sustituto para tomar a una persona, por ejemplo a la madre rechazada o un hermano fallecido a edad temprana y que fue olvidado en la familia. Cuando una persona toma en su corazón a las personas rechazadas u olvidadas, se acaba el deseo de comer tanto. De morir.

Bert Hellinger.

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