+ 34 665 822 542
jonas@pedagogiafamiliar.com

La sombra amante

Yo también construí mi hogar en nido extraño y también obedezco a la persistencia de la vida. Mi vida me quiere escritor y entonces escribo. No es una elección: es una íntima orden de batalla.

La sombra amante

La noche es inmensa, más inmensa con ella

Es primordial en una relación temer al otro cuando te ama. Deshacerse lo suficiente de la imagen infantil del romanticismo: En la madurez del amor tenemos que saber cómo hacer daño. Explorar juntos lo que nos da miedo, cuestionar la culpa. En el amor pueril sólo queremos ser buenos, no vamos a empujar los límites del otro, respetaremos la idea que tiene uno y lo que desea el otro de la relación. Consideramos la expectativa como real, el modo en que se expresa la relación dentro de unos límites seguros. La sorpresa de descubrirse va perdiendo motivación, porque cualquiera de los dos es más importante que la verdad.

Sin embargo, al hacer el amor, los amantes que no huyen de la sombra, se permiten sentir todo el temor; se aterran de unirse en ese instante y permanecer quedamente en el no-saber amarse. Siempre que exploran la verdad de ellos mismos, salen de la mentira de la zona de confort. Muestran al otro parte de su sombra, lo desean y lo aman con ella también. Sin negación a la parte que puede dañar en ellos, a lo que pueda no ser bueno para el otro, no hay necesidad de ocultar la vulnerabilidad, y una nueva fuerza emerge para encarar cada relación tal como es, tomando lo benigno y lo dañino de cada uno.

Entonces como hombres podemos mirar a la mujer con asombro,  a lo que guarda preciosamente, y con fiereza nos dirigimos hacia ello, abriendo camino con un machete que despedaza la seguridad de estar juntos. No se puede atravesar lo desconocido con confianza en uno mismo, porque esa es una confianza que no sirve para aventurarse en la oscuridad; es una ilusión con la que queremos convencernos de estar seguros, para seducir al otro para que nos considere alguien con certidumbre, para no quedarnos solos con el miedo a la propia sombra. Al inconsciente se va como a la muerte: con respeto y con temor a ser aniquilados por su inmensidad.

Al hacer el amor con una mujer, podemos abrir la brecha que accede a nuestra sombra. A lo que se oculta en lo oscuro de nuestra alma. La fuerza de la sombra y el afecto de la luz conjuntas. La vulnerabilidad de que convivan la una al lado de la otra. Con nuestras manos apretando sus muñecas y con nuestros dientes mordiendo sus brazos, sentiremos el impulso de pertenecer y poseer algo que es inasible. Al mirarla no querrás verla: mantén las pupilas fijas sobre las suyas hasta que ardan. Quizá ella no lo resista y quiera huir, quizá tu propio temor te paralice por un momento. Pero mirad vuestras sombras juntos: un hombre y una mujer que atestiguan el dolor de todos los vínculos ancestrales, del poder de la animalidad para sobrevivir, de lo que ha negado tu mente para no sufrir más, de la inconformidad de los límites personales, se convierte en un fulgor que los eleva por encima de ellos mismos.

Al amar a través de una mujer un hombre puede conocerse de verdad, si deja de querer ser un niño. De pretender ser sólo bueno para ella. Puede entrar a través de sus piernas a los escondites de su propia alma, a cada cavidad oscura que en su infancia quiso ocultar para su madre. Lame y muerde su carne con el deseo de sobrevivir a la muerte del encuentro con lo femenino, y a la vez necesita mantener su individualidad mientras se entrega sin respetar nada de lo que han conocido separados.  Y se desvanecen los límites de sus cuerpos. Lo oscuro anhela ofrecer su potencial, la sombra se deja abrazar sólo si los amantes dejan de oponerse al mal. Entonces una mujer en ese momento teme lo que le despierta la sombra del hombre, pero quiere seguirle hacia la luz. Ella es consciente que él está dispuesto hacerle daño cuando la ame.

1001593_528143500602158_875962411_n

2 comentarios

  1. Usha dice:

    Bellísimo lo que dices, pura poesía. Incita a la Vida. Inspira. Gracias

  2. Patricia AS dice:

    Maravilloso
    Yo amaré, en ese intento .

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.